1) La epidemia de “virus del camello” parece haber pasado. Al menos es lo que afirma el DT Didier Deschamps. Esto implica que no tendrá bajas para enfrentar a la Selección y podría derivar en el regreso a la titularidad de Rabiot y de Upamecano, ausentes en la semifinal. El resto del equipo está más claro que el agua, al igual que el sistema de juego francés. Son cuatro en el fondo: Varane y Upamecano (o Konaté) en el centro de la defensa, Koundé en el lateral derecho y Theo Hernández en el izquierdo. Hasta aquí se ha visto mucha mayor voluntad ofensiva en Hernández, autor del primer gol a Marruecos. Rabiot (o Fofana) y Tchouameni se reparten el ida y vuelta en la media cancha; atacan y defienden con la misma decisión, mientras Griezmann queda libre para recorrer el campo a voluntad. Es admirable lo que Griezmann está haciendo en el Mundial, desde recuperar la pelota a pocos metros de su arquero Lloris hasta aparecer pisando el área rival o armando la ofensiva. Y no se cansa.
2) Esa estructura es similar a la que Francia había presentado en 2018 para alzarse con el título. No está Umtiti, el lateral Pavard (autor de aquel golazo a Armani) hace banco, Kanté y Pogba quedaron fuera de combate, no está Matuidi… Y sin embargo Francia va, porque le sobran jerarquía y talento. Hasta aquí no ha brillado como en Rusia, es un equipo más bien utilitario, inteligentísimo para aprovechar el error, intenso para morder en toda la cancha y tocar rápido. Cien por ciento europeo. Pero arriba sí que es temible con su trío de solistas (Dembelé, Giroud y Mbappé) que también saben sonar como una orquesta. A las mejores partituras las despliegan con espacios, cuando tienen campo para correr como sprinters, dos rayos que cruzan para definir en diagonal o le ponen la pelota justa a Giroud. Aquí está una de las claves del partido, en no cometer -justamente- el pecado que condenó a Argentina en 2018, cuando les dio a Mbappé y a Griezmann todas las facilidades imaginables para que hicieran su música.
3) Todo indica que Scaloni armará su esquema favorito. Línea de cinco -con Molina y Acuña en los laterales, al parecer descartada la variante Montiel para el mano a mano con Mbappé-, el trío Enzo-De Paul-Mac Allister, más Messi para conectarse con Julián Álvarez. La carta Di María queda en el banco, fresquita para el tramo decisivo del partido. Un partido que puede hacerse largo, de suplementario, lo que obligará a mover muchas fichas. Porque también se espera una batalla tensa, de ida y vuelta, puede que con más situaciones de gol que las imaginadas. Habrá mucho desgaste por ambos lados y los recambios de calidad serán imprescindibles. Puede que veamos entonces a Montiel, a Tagliafico (dos cambios usuales en el manual del DT), a Paredes, a Exequiel Palacios y a Lautaro. Similar artillería suele guardar Deschamps.
4) Hay dos factores de los que el planeta fútbol no para de hablar. El “factor Messi”; el “factor Mbappé”. Hay demasiada atención, demasiadas energías concentradas en esta alquimia. ¿Cómo frenará Francia a Messi? ¿Cómo frenará Argentina a Mbappé? Se tomarán todos los recaudos al alcance, a sabiendas de que ni Deschamps ni Scaloni son amigos de las persecuciones personales. Más bien tienden a esperar a los cracks adversarios con estructuras escalonadas y mucha presión, de doble y hasta triple marca. Estará en Messi y en Mbappé la responsabilidad de eludir a esos cancerberos y para eso necesitarán interlocutores cercanos y activos. De allí la certeza de que la final no es Messi vs Mbappé, sino una partida de ajedrez colmada de alternativas; alfiles y torres movedizas y capaces, de repente, de tumbar al rey.
5) Francia es fuerte de arriba y sabe cerrarse en torno a Varane. Upamecano ofrece una salida más limpia; Konaté es un guerrero de cuchillo entre los dientes. De uno u otro modo, no es fácil llegarle con peligro a Lloris. Pero Inglaterra lo logró en varias ocasiones; hasta Marruecos se lo puso difícil al defensor del título. ¿Cómo hicieron? Con triangulaciones por los laterales y mucha actitud de los volantes para romper líneas y sorprender. Los británicos Saka y Mount encontraron el espacio justo entre los centrales y la espalda de Rabiot para combinar allí con Harry Kane. Es un llamado a Enzo Fernández y a Mac Allister, los jugadores que pueden generar esos pequeños sismos en el plano de un partido que promete ser a prueba de descuidos.
6) No es una moda, sino una realidad esto de que la resolución de los partidos radica en los detalles. Breves instante, pequeñas acciones que se tornan enormes, mínimos traspiés que derivan en goles, dos grandes arqueros frente a frente que también pueden equivocarse. La clave principal de la final no deja de focalizarse allí. De tanto que se conocen, es difícil que Argentina o Francia pisen el palito de la desatención. Regalar la pelota, fallar un pase, puede transformarse en la gloria o el cadalso. Qatar 2022 encuentra en su último acto un balance de 50 y 50. Así se reparten las posibilidades. ¿Qué puede desbalancear este equilibrio? Un detalle, justamente. Un detalle que puede ser genial, y no habrá genio mayor en la cancha que Lionel Messi.